Con el tiempo encima, el amor siempre presente y las ganas de no partir optamos por comprar una desechable y tomar al instante unas no instantáneas. Planeando ya las últimas fotos comenzamos a acomodar bolsas y morrales fuera de toma.
Ella: Mira, las colocamos aquí al lado y ya no salen.
Yo: Va, me parece/
La que nadie quiere (en plan mamoncísimo de yo tengo uniforme y radio y ustedes no): No pueden estar enfrente del módulo, por eso quité de aquí a la señora. Además está prohibido tomar fotos aquí dentro.
Yo (internamente): mmmta, esta pendeja se siente hecha a mano, pero no tiene ni la mitad de lo que nosotros en nuestro interior. De seguro no la quieren.
Ella: ¿Por qué está prohibido?
La que nadie quiere: Porque está prohibido por disposición federal.
Nosotros: Ok…
…
Ella (dirigiéndose al fotógrafo, que es mi cuate): ¿Por qué no nos dijiste que no se podía?
Mi cuate: Pues es que no sabía.
Ella: Bueno
…
Ella: ¡no importa! Nos la tomamos, ¿va?
Yo (sonriendo): Va mi cielo (y dirigiéndome a mi cuate) va a ser en fá (me caga decir eso cuando no puedo decir “en chinga loca”) ok?
Mi cuate: Ok, ¿listos?
Nosotros: Mmmajá.
click! FLASH!
La que nadie quiere (encabronadísima, seguramente por estar amargada): Les dije que está prohibido tomar fotos aquí, qué quieren, ¿Qué llame a seguridad?
Esta parte del episodio no la recuerdo bien, las voces alternadas entre Ella, La que nadie quiere y yo aumentando de volumen bloquearon mi memoria. De pronto sólo recuerdo que un señor muy amablemente se encabronó a nuestro favor y se puso a discutirle a La que nadie quiere que qué se cree. Que si es territorio federal tenemos derecho de tomarnos las fotos que queramos. Que dónde dice. Que quién lo dice. (Y aquí Ella hizo referencia a aquél que dice “ambos cuatro”, y “Borgés”) Finalmente entre dedos por delante y arañitas mionas nos retiramos al set fotográfico previo (donde sí se permiten las fotos).
Minutos después… pocos de hecho, caminando a la carrera para no perder un segundo transporte.
Yo: ¿Te fijaste que no estábamos solos? ¿Qué también se acercó un cuate y empezó a defendernos? ¿Así. Sin saber?
Ella (volteando a verme con una sonrisa en lo más profundo de sus ojos, en su alma): Siempre habrá quien esté dispuesto a defender el amor mi cielo.
Y en silencio, ahí, ante la impotencia y frustración de aquella que nadie quiere y las miradas aprobatorias de nuestro cuate y sus compañeras, un nuevo ósculo se hizo presente e iluminó las tierras federales.
enero 09, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Mmmm?
Pues que nacadas se avienta tu amorcito eh? Por eso me cae gorda :P...Pero tú si me caes bien Chavita.Jejejejeje (me encanta hacer de las mías en viernes por la tarde).
Beso.
Publicar un comentario